29 de enero de 2012

Ódiame

Ódiame porque sigo en pie, ódiame porque otra persona me hace sentir increíblemente especial, que me hace más feliz de lo que tú jamás supiste. Ódiame por darte la espalda cuando apareces en mi vida, ódiame porque ya no me importas. Ódiame porque he aprendido a vivir sin ti, ódiame porque nada de lo que intentas me hace caer. Ódiame porque ya no soy la misma persona que conociste, ódiame porque ahora soy mucho mejor. Ódiame por los amigos que tengo, que supieron abrirme los ojos a tiempo. Ódiame por mis logros, por mis trabajos, por mis sueños. Ódiame si quieres, pero jamás me odies por creer que me arrepiento de haberte dejado escapar... porque no cambiaría nada de lo que tengo por volver atrás. Desde que no estás, cada día es una celebración.

20 de enero de 2012

Quisiera...

En esta solitaria noche me gustaría protegerte entre mis brazos, arroparte entre las sabanas y disfrutar del sabor de cada beso. Me gustaría volver a mirarte a los ojos, para poder derretirme en tu mirada. Quisiera escucharte sonreír. Quisiera saber qué es lo que pasa por tu mente, en que piensas, que sientes. Quisiera tantas cosas... pero en este instante, solo necesito que estés a mi lado y no tener que añorarte, ni sufrir en silencio tu ausencia.

Y es que ahora mismo... no me importa nada, solo quiero que suene mi móvil para poder oír tu voz de nuevo, escucharte sonreír y que el mundo se pare mientras dure la llamada. Porque ahora... sólo te necesito a ti.

15 de enero de 2012

Feliz cumpleaños.

Pican al timbre de la calle. No paran de llamar, ¿será algo importante? Se levanta deprisa de la cama y contesta. “Paquete para Alex”. Vuelve al cuarto a coger una chaqueta y baja a la portería. Pero no hay nadie, sólo un paquete envuelto de papel rojo en el suelo. Mira por todos lados, pero no encuentra quien ha podido ser la mensajera. Coje el paquete y sube a su piso. Hoy es su cumpleaños, su 23 cumpleaños.

Se sienta en el sofá con una taza de café. Le da vueltas al paquete intentando descifrar de quien puede ser, pero no pone remitente ni nada. Sólo “Para Alex” en letras grandes. No reconoce la letra. Intrigado, decide abrirlo.

Poco a poco va descubriendo el contenido del paquete: una camiseta de Bob Marley, su artista favorito. Para su sorpresa, dentro de la camiseta hay un CD, Legend, un recopilatorio del jamaicano donde incluye su canción favorita, No woman No cry. ¿Quién ha podido ser la misteriosa persona que se ha molestado tanto en hacerle un regalo tan perfecto? No deja de pensar, no se imagina quien puede ser.

Sin dejar de darle vueltas, abre el CD, donde encuentra una nota. “No sé si te sigues acordando de mí, pero yo no he podido olvidarte”. ¿Una ex? ¿Una amiga? ¿Un rollo de una noche? ¡Qué misterio!

Suena su móvil. Se dirige a su cuarto y coge el móvil. Un mensaje de Ana. “Feliz 23 años. ¿Aún no has averiguado quien ha sido? Espero que te haya gustado, no ha sido fácil encontrar ese CD”. ¡Ana! Esa chica de 18 años que lleva desde hace años intentando salir con ella y que creía que ella se había olvidado de su nombre. Sonríe, una gran sonrisa. “No me esperaba esto de ti, muchas gracias. Eres increíble”. Mensaje enviado.

12 de enero de 2012

Pequeña campanilla


Cuando mire a los ojos del pasado verá que se ha dado cuenta demasiado tarde. Recordará durante el resto de sus días a una persona que lo supo dar todo por él, que daría cualquier cosa por verle feliz. Incluso hubiera ofrecido su propia vida. Se acordará, y su corazón se encogerá lentamente mientras muere de dolor. Vivirá arrepentido, pasará el tiempo y aún tendrá grabada en su mente la imagen de aquella mujer. Una imagen bella, llena de alegría, una mirada que nadie podrá dedicarle nunca. Una persona que había sido creada solo para él, dedicar sus días para verle de pie e iluminar su camino.

Pero fue un imbécil y desgarró la vida de su pequeña campanilla. Su luz fue perdiendo luminosidad, convirtiéndose en una diminuta luz hasta terminar apagada por completo. Y la perdió, por no ser capaz de ver el daño que estaba cometiendo. Vivirá arrepentido, intentando arreglar los problemas del pasado y siempre recibirá un negativo. Vivirá arrepentido, mientras que la pequeña campanilla va creciendo cada día que pasa.

8 de enero de 2012

Año nuevo, vida nueva!!

Hola lectores!! ¿Cómo han ido las fiestas? Mañana a volver a la rutina, por desgracia!! ¿Qué os han traído los reyes? ¡Compartidlo! A mí una guitarra nueva, las 3 películas en DVD de 'El Rey León', el DVD de Bon Jovi de grandes éxitos, una taza del Barça, un libro, un peluche y dinerito, el cual invertiré en unos zapatos de tacón que me tienen loca! Como veis, en mi casa los reyes se han portado muy MUY bien =)
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Noche vieja. Meritxell está rodeada de sus grandes amigos en un local de las afueras de la ciudad. Ella es feliz, es alocada, tiene grandes planes para su futuro. Y ahora está con personas por las que daría la vida, pero, por una extraña razón, no se siente completa en ese sitio. Siente que le falta algo, y puede estar segura de que es. Ese chico del que lleva enamorada más de un año, desde la primera que le vio, pero por alguna razón no ha aparecido esa noche junto a los demás. Y Meritxell deseaba con todas sus fuerzas que estuviera en ese momento con ella, para desearle un nuevo año... aunque no fuera a su lado. El orgullo es uno de sus defectos, por no querer admitir sus sentimientos siempre termina perdiendo. Y en ese momento es cuando se está dando cuenta de quizá esa sea la razón por la cual él no ha aparecido.

Se pone el abrigo, y sale del local. Nota como la música suena cada vez menos hasta tal punto que no distingue que canción es. Sale fuera, y nota un frio incomodo... un frio nostálgico. Y empieza a llorar con todas sus fuerzas, por hacer del orgullo su estilo de vida. Coge el móvil y con los ojos llenos de lágrimas busca su nombre entre sus contactos. Son las 4 de la mañana, pero, ¿qué importa? Necesita hablarle, necesita contarle lo que siente, necesita empezar el año dejando atrás su orgullo.

Suena un tono, dos tonos, tres tonos... y contesta.
- Soy Meritxell, antes de que digas nada, déjame hablar. Déjame contarte algo que llevo mucho tiempo reteniendo. Llevo un año enamorada de ti, y ahora mismo me da igual si tú sientes lo mismo o no. Pero tenía que decírtelo. Cada vez que te veo, cada vez que me hablas, no te puedes imaginar la de mariposas que recorren mi estomago. Es una sensación preciosa. Cada vez que me envías un whatsapp, no puedo dejar de leerlo en todo el día. Me encanta hablar contigo, me encanta verte. Me encantas al completo. Y me encantaría oír lo mismo, pero quizá es demasiado tarde. Sólo te diré, que si tú me lo permites, serás la persona más feliz durante el resto de tus días, o al menos hasta el día que me dejes hacerte feliz.