Título: Espérame en el arcoíris
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: Autopublicado
Lengua: Castellano
Año de publicación: 2019
Ya sabéis que
el amor que siento por Cody es infinito y que, por desgracia, en esta
cuarentena he tenido que separarme de él. Ahora vive en una casa (con mis
padres), donde puede caminar libremente sin necesidad de chocarse con cada
rincón. Desde principios de año, Cody empezó a sufrir cataratas en ambos ojos y
problemas de sordera, también en ambas orejas. Tenía días buenos, pero también
días muy malos. Y yo no quería admitirlo, ni abrir los ojos; pero era
consciente de que es un perro mayor y que, para mi desgracia, no vivirá
eternamente.
“Creo que cuando
compartes tu vida con un animal vives algunos momentos que son inolvidables. He
sido muy feliz al lado de mis chicos, estoy convencida de que mucho más de lo
que habría sin ellos”
Me encontré
con este libro por casualidad, y estuve hablando con la autora sobre mi
problema; quien me cedió amablemente un ejemplar para reseñarlo. Y doy gracias
al destino (o a quien sea) por haberlo puesto en mi camino; pues me ha servido
de ayuda. Cody continúa vivo, pero apenas le veo (un par de veces al mes) y,
para mí, esta separación ha sido como perder una parte de mí. Sé que ahora vive
mejor en una casa, pero eso no impide que yo sienta un vacío muy grande por no
tenerle conmigo.
“El amor
no se acaba por la presencia o ausencia del ser amado, el amor permanece más
allá y es precisamente ese amor lo que seguirá manteniéndonos unidos, cada vez
que lo recordemos, cada vez que nuestras historias compartidas vengan a nuestra
mente y nos enfoquemos en los momentos alegres, nos llenaremos de todo lo bueno
de ese ser que amamos y que vivirá para siempre en nosotros”
Nunca había
leído un libro que tratara el duelo en un animal de compañía. Incluso, en pleno
siglo XXI, todavía veo caras de incredulidad cuando digo que Cody no es mi mascota,
sino que lo quiero como si se tratara de mi hijo. Sin embargo, con este libro,
me he sentido identificada con cada una de sus páginas. Te habla de sus
peludos: de Galo, Oreo y Minnie; de lo que supuso la pérdida de cada uno y lo
que ganó teniéndoles en su vida. Nuestros bichitos vienen a esta vida para
enseñarnos lo que significa el amor verdadero y la fidelidad; y se van de ella,
dejándonos el corazón lleno de dolor, pero también con los recuerdos y la
alegría que nos obsequiaron con su compañía. Y que, aunque decidamos tener otro
animalito, no borrará nada de lo tuvimos.
“Es importante
no reprimirnos. Si tienes que llorar, llora; si sientes ganas de estar triste o
malhumorado, hazlo. Lo importante es abrirse a lo que sentimos, sacar fuera
todo lo que hay dentro, sin juzgar nuestros sentimientos ni los de los demás.
Los sentimientos que no se expresan mueren en nosotros. El dolor compartido
duele menos”
¿Por qué,
cuando lloramos la pérdida de nuestro peludo, los demás no lo sienten como si
fuera un familiar? Es una pregunta que está presente en mi cabeza. Al fin y al
cabo, nuestros peludos han estado a nuestro lado, tanto en los buenos como en
los malos momentos; y nos pasamos todos los días con ellos. Por ejemplo, yo he
estado 14 años al lado de Cody. Debido a mi agorafobia, yo paso muchísimo
tiempo en casa y eso provocaba que lo pasara con Cody. Pasábamos, prácticamente,
las 24 horas del día juntos. ¡Si hasta compartíamos habitación! Por eso, mi
separación con él ha marcado un antes y un después en mi vida. He llorado
muchísimo por su ausencia, y sé que dolerá aún más cuando se vaya. Pero es el
amor perruno de mi vida, así que ¿qué hay de malo en ello? Nada. No deberíamos
avergonzarnos de llorar por ellos, como tampoco de pasarnos unos días en cama
sin querer hacer nada. Al igual que con un familiar, también sufrimos las 5
etapas de un duelo.
“Los
animales nos aman sin condiciones, nos cuidan, nos alegran, nunca nos
decepcionan o engañan, son pura inocencia, sin ninguna maldad, sin discusiones,
ni egos absurdos, sin imposiciones… ¿no es completamente normal que les
correspondamos dándoles un sitio en nuestro corazón?”
He llorado
mucho con este libro, pero también he reído. Incluso, al día siguiente de
terminarlo, lloré al recordarlo; al explicarle a mi chico lo que sentí mientras
leía sus páginas. Es reconfortante. Te ayuda a ver la partida de tu animal de
otra manera; como algo bueno, no como algo malo (aunque parezca imposible).
Todo está muy bien explicado, y trata cada tema con muchísimo cariño. Porque,
sin duda, se nota que detrás existe una autora que es, ante todo, amante de los
animales. Y, gracias a ello, ayuda a que cada una de sus páginas nos llegue al
corazón.
“Con él, no
se fue solo mi perrhijo, se fue una parte de mi vida, se fueron las tratadas,
las risas, las babas, los abrazos gigantes, mi época de soltera. No solo lloré
por él, sino por el final de un tiempo de mi vida que no quería que terminara.
Lloré por todo lo que habíamos vivido, pero también por todo lo que ya no
sería, por lo que ya no viviríamos juntos”