Título: Dieciocho meses y un día
Autor: Paz Castelló
Número de páginas: 288
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: Umbriel
Lengua: Castellano
Año de publicación: 2018
Dieciocho meses y un día es el tiempo que Sabina Lamer, una afamada pintora afincada en Peñíscola, lleva encerrada en el ático donde vive. Sufre de una grave agorafobia, fruto del estrés postraumático que desarrolló tras ser la única testigo del asesinato de su mejor amiga, en plena calle, a manos de su ex marido. Desde aquel momento, Sabina es incapaz de cruzar el umbral de la puerta de su casa, que también es su estudio, desde donde contempla el mar y las calles del casco antiguo de Peñíscola, ciudad que eligió para desarrollar su carrera profesional. Está convencida de que cuando el asesino de su amiga, en prisión provisional a la espera de juicio, esté encerrado para siempre, será capaz de superar su angustia y podrá salir de casa, por fin, para volver a pintar el mar Mediterráneo que tanto ama y retomar su tranquila vida en aquel paraíso de la costa mediterránea.Sin embargo, el presunto asesino queda en libertad y Sabina enloquece aún más entre las cuatro paredes de su estudio. A partir de ese momento, la obsesiva y recurrente idea de Sabina, es la de hacer justicia, desamparada como se siente por el sistema judicial, buscando la forma de vengar la muerte de su amiga, con la dificultad añadida de no poder salir de casa. Para conseguirlo tendrá que enfrentarse a sí misma, a sus miedos, y a los condicionamientos que su encierro le plantean, convirtiendo su claustrofóbica vida en un medio para escapar de sí misma.
Muchas gracias a ediciones Urano por
el envío del ejemplar. Llevaba mucho tiempo sin leer un thriller que me
enganchase, por lo que esta lectura ha sido muy reconfortante.
“A todas las mujeres
asesinadas. A sus familias y amigos, que también murieron un poco a pesar de
seguir viviendo”
Sabina es una pintora de 45 años, que vive en la ciudad de
Peñíscola. Desde hace más de un año, es incapaz de salir a la calle debido al
miedo que siente tras la muerte de su mejor amiga, quien fue asesinada por su
ex marido. Sabina, como única testigo en el lugar del crimen, está convencida
de que su testimonio será suficiente para encarcelar al asesino.
A pesar de la agorafobia que sufre, está deseando disfrutar
del mar y de las vistas de su amada ciudad, pero sólo se verá capacitada cuando
el asesino de su amiga termine en la cárcel. Mientras fantaseaba con recorrer
las calles de Peñíscola, el asesino de su amiga queda en libertad y, por
consecuencia, Sabina se encierra más entre las cuatro paredes de su ático.
Sabina no confía en
la justicia de su país, no comprende cómo permiten que un asesino termine en la
calle sin sufrir las consecuencias, no entiende porque no protegen a las
mujeres de hombres como aquel monstruo. Sabina enloquece y cada vez se
obsesiona más, por lo que empezará a idear un plan para tomarse la justicia por
su cuenta.
“El mar es un lienzo
que tiene vida, jamás es igual que el instante anterior y nunca se repite.
Ninguna ola del mar vuelve a ser la misma en ningún mar del mundo”
El principal causante que me atrajo de esta lectura es el
tema de la agorafobia. Es un tema que me toca muy de cerca, y sentía mucha
curiosidad por saber cómo la autora enfocaba una fobia tan seria. La autora se
ha enfrentado a un gran reto, y es que es muy difícil crear una trama elaborada
cuando la protagonista es incapaz de salir de casa. Pero, para mi sorpresa,
supo desarrollarla sin ningún problema. Además, la autora ha hecho hincapié
sobre la poca comprensión hacia las enfermedades psíquicas, como sería en este
caso la agorafobia.
A pesar de que Sabina está encerrada entre las cuatro
paredes de su ático, la autora aprovecha algunos momentos para explicarnos como
es Peñíscola y sobre como la protagonista echa de menos pintar el mar,
recordando viejos momentos que nos hacen sentir empatía por Sabina. Una mujer
soñadora, enamorada de la playa, se ve sumida en el recuerdo de pintar su
querido mar sin sentir pinchazos en el pecho cada vez que intenta salir de
casa.
"En las
interminables noches que pasaba encerrada en casa, viajaba sin salir de allí.
Internet era su válvula de escape, su otro ventanal, su pasaporte a cualquier
lugar del mundo, su club social, su charla con los amigos, el aire cuando se
ahogaba. Su vida a través de la red se le antojaba mucho menos claustrofóbica
que la real, aunque bastante más ficticia, para qué negarlo"
También nos enfrentamos a un tema que está a la orden del
día: la violencia en las mujeres y como la ley nos “defiende” ante esta
injusticia. Sabina, al pasar la mayor parte del día sola, revive conversaciones
con su mejor amiga Lola, quien no veía que su marido la estaba maltratando.
Nunca quiso admitirlo delante de sus amigos y, al igual que éstos,
permanecieron en silencio.
Todos, o muchas personas, hemos vivido malos tratos
directamente o indirectamente a través de la historia de algún amigo y/o
conocido. Con esta novela, la autora ha querido recalcar lo importante que es
denunciar estos actos porque, aunque la persona afectada no lo vea en el
momento, lo agradecerá en el futuro. Y nosotros también, por haberle parado los
pies a un delincuente.
“El dolor debes
sentirlo, Sabina. Si no lo sientes, no pasará. Es la única forma de que se
marche. Tú te lo has negado, te lo has prohibido, lo has encerrado, como te has
encerrado a ti misma… Por alguna razón, encierras lo que te asusta, tus miedos,
tus fobias, a ti misma. Incluso a mí me has encerrado en un compartimento
aislado de tu vida. ¿Crees que no lo sé? Pero no hay otra forma, Sabina, debes
sentir ese inmenso dolor y deshacer ese nudo que llevas dentro. Después, toda
la madeja se desenredará con facilidad. ¿Lo entiendes?”
Sabina, el personaje principal, ha sido todo un enigma para
mí. Cuando empiezas la novela, conoces a una mujer que está deseando salir a
exprimir la vida después de tantos meses de encierro y que, tras conocer la
noticia del juez, se derrumba en su burbuja. Pero, poco después, encontraremos
a un personaje diferente: alguien que quiere tomar la justicia por su mano y
decidirá idear un plan para llevar a cabo su venganza.
El personaje que más aparece es Lucas, su mejor amigo
homosexual; y, Roberto, el amor fallido de Sabina que sufrió un accidente y le
provocó tener la edad mental de un niño de 10 años. Ambos personajes son muy
diferentes entre sí, pero que llegaremos a conocer y será imposible cogerles
cariño debido al amor y afecto que sienten hacia Sabina.
Y, por último, Dimitri, la persona que sacia las necesidades
sexuales de la protagonista. Es un personaje que me hubiese gustado conocer
más, porque siento que la autora ha dejado cabos sueltos con él. Me he quedado
con algunas preguntas sin respuesta ya que, como Sabina no puede salir de sus
cuatro paredes, no tenemos más información que la que recibimos en su loft.
“Todas esas mujeres
muertas y tratadas como números, sin rostro, sin historia, sin justicia,
reducidas a treinta segundos en las noticias, a un minuto de silencio y a una
estadística para estudiar por políticos y tecnócratas en sus poltronas. Dime…
¿no merecían esas mujeres poder sentirse así? ¿Seguras? ¿Tranquilas? ¿No lo
merecía Lola? ¿No lo merezco yo?”
En cuanto a la narración, admito que a veces se me ha hecho
muy pesada y difícil de continuar. La autora se explica con claridad pero,
cuando Sabina entraba en bucle, no conseguía seguirle el hilo. A pesar de estar
en la cabeza de la protagonista, terminaba perdida con ella y sentía que tanta
sed de venganza la estaba volviendo loca.
Sin embargo, se nota que la autora se ha informado sobre las
enfermedades psíquicas y, sobre todo, como desarrollar un plan de venganza en
un pequeño ático de Peñíscola. A pesar de que la novela es simple, debido a que
no hay acción, es muy fácil adentrarte en la historia y conocer toda la
historia de Sabina, antes y después del asesinato de su amiga Lola.
A pesar de que he visto críticas negativas sobre el final, a
mí me fascinó. No me pareció un final abierto, al contrario, yo le puse punto y
final a la historia. Pero, claro, eso va a gustos de cada persona. El final no
me decepcionó, pero es cierto que me dejó sin palabras. No me esperaba para
nada aquel suceso.
“Últimamente se
estaba acostumbrando a los soliloquios. A punto estaban de cumplirse dieciocho
meses en los que no había salido de casa ni una sola vez y el encierro hacía ya
tiempo que había quebrado su equilibrio emocional. Se hablaba mirándose al
espejo, mientras cocinaba, en la ducha, intentando no perder ese aspecto humano
del lenguaje; incluso hablaba en sueños. Aquel encierro empezaba a cobrarle
factura. Ahora ella era su mejor amiga y su peor enemiga, su confidente, su
consejera, su aliada, su hermana gemela, su detractora, su ángel de la guarda y
su demonio”
Dieciocho meses y un
día es una novela que trata sobre la importancia que debería haber en la
sociedad en las enfermedades psíquicas, los malos tratos y la justicia. Una
novela que, a pesar de estar descrita en un pequeño loft, no pararás de leer
hasta terminarla.