25 de noviembre de 2011

Nuestro pequeño momento


Y es que lo nuestro no es casualidad. No te conozco, no sé quién eres. Sólo sé tu nombre y la edad que tienes. Lo demás es todo un misterio. Pero eso es algo que me gusta. Siempre apareces, en el mismo bus y a la misma hora. Y siempre te sientas a mi lado. Y compartimos lo que hemos hecho durante todo el día. Ese trayecto de treinta minutos es lo que más me gusta del día, porque aunque esté cansada y de mal humor, apareces lleno de energía a pesar de que tu día haya sido peor que el mío. Es curioso... me haces feliz, me haces sonreír, me haces ahogarme en carcajadas. Y así durante estos últimos meses. Pero... ¿Y si quizá estamos destinados a encontrarnos? ¿Cómo sabemos si no somos almas gemelas? ¿De esas con las que duras toda la vida? El destino hizo que tú cogieras ese bus a esa misma hora, que te sentases a mi izquierda, que se cayera mi libro y tú lo recogieras, que me dieses tu opinión aunque no te la hubiera pedido, compartir día a día nuestros pensamientos. ¿Por qué no arriesgarse? Quizá esta sea una nueva historia. Nuestra historia.